Estimados visitantes,
A menudo me preguntan si los barcos molestan a las ballenas e interfieren en su comportamiento.
Obviamente, el ruido de los motores es un problema grave, y aún no hemos inventado un motor silencioso, así que es difícil ser silencioso en el mar.
En el parque marino donde trabajo, es obligatorio dejar los motores en marcha para que las ballenas puedan localizarnos. Tenemos restricciones de velocidad (25 nudos máximo en el parque), y si la ballena viene hacia nosotros, tenemos que estar atentos y dejar el motor en marcha. Es cierto que todos los días soy testigo de cómo barcos turísticos y navegantes sin escrúpulos se comportan de forma inaceptable con los mamíferos marinos, y yo mismo soy el más enfadado. Los turistas a bordo de mi barco lo ven, y muy a menudo me preguntan si esta actitud es normal en un medio marino. Me he dado cuenta de que los clientes franceses suelen ser conscientes de este problema, así que no soy el único que lo ve.
He visto barcos chocar con ballenas, cortar la carretera, aumentar el ruido del motor para obligar a la ballena a sumergirse y así mostrar su caudal (la cola de la ballena), no respetar la distancia obligatoria de 100 metros, querer estar a 2 metros de una ballena en beneficio de los clientes, etc.........
Francamente, en mi equipo soy el único capitán que respeta las distancias, todo el mundo lo reconoce, ¡en detrimento de los turistas de mi barco que me reprochan no estar más cerca de las ballenas! Pero, ¿cómo encontrar el justo equilibrio y decir que los otros barcos no hacen bien su trabajo? He hablado de ello con mis compañeros de trabajo, pero el mensaje no llega muy bien cuando se trata de autodisciplina.
Un turista que llega con su familia desde el otro extremo del planeta sólo para venir a ver las ballenas a Canadá es un cliente que ha pagado caro su billete. Son exigentes y difíciles.
Llevo más de 15 años interesándome por estas criaturas, así que soy muy consciente de su bienestar y su comportamiento, y tengo que dejar a un lado mis emociones o no podría seguir trabajando.
Cuando hablo con los viejos capitanes de la zona, todos me dicen que hay menos ballenas que antes, y que encontrarse con grupos de 20 ballenas juntas solía ser algo habitual. Hoy hay más barcos y menos ballenas. Mis primeras salidas en 2000 como simple turista me permitieron ver más. Puedo confirmarlo.
Pero, ¿se debe a los barcos o a la falta de alimentos, al cambio climático, a la contaminación industrial, química o acústica? Nadie lo sabe.
En cualquier caso, venga a verme en mi barco, como cliente habitual o misterioso si lo desea, y forme su propia opinión...........
Atentamente.
Les Bergeronnes. Qc, Canadá, agosto de 2010.
Julien Marchal